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Mixurreta. Por Luis Vea García.

Mixurreta. Por Luis Vea García. Hay una gata en la piscina que lleva ya unos años merodeando por aquí. Antes no estaba huérfana, pero una de esas interminables obras acabaron por espantar al resto de sus congéneres que, o bien fueron trasladados, o bien huyeron del polvo y del ruido. Ella se quedó, tal vez por una fidelidad mal entendida que quizá un día termine por acabar con ella. Aquí fue atropellado su hijo, negro azabache, sin una mota de otro color, que ella cuidaba con mimo. Se ha quedado con el nombre de Mixurreta, el que le puso mi padre cuando de vez en cuando le traía comida. Tiene un rostro agraciado con esa manchita blanca que le surca la cara y que da fin a la monotonía del negro. La veo pasearse desde casa, unas veces de la piscina a la obra, otras de la obra a la piscina, huyendo del ruido de la acumulación humana. Pasa el resto del día y del calor bajo un coche, no sé si derrotada de pronto por el incremento de las temperaturas o bien de desánimo. Pero, últimamente tiene una estampa más triste. Pilar y yo siempre nos repetimos que a mi padre le iría bien llevársela a casa, pero mucho me temo que visto lo visto y vivido lo vivido ya no se acerca con facilidad a cualquier humano.Prefiere la compañía de pájaros y gaviotas. Se reparten las zonas de la piscina para beber y también para tumbarse al caer la tarde. Yo la miro desde arriba y, aunque ella no lo sabe, he ido siguiendo sus ires y venires. Tiene una estampa triste y flacucha, pero un rostro curioso, ligeramente picassiano. Mira profundamente y se pone en alerta. La pobre ha hecho de la alerta parte de su vida.

2 comentarios

Rosa -

Me encanta cómo describe a ese animal. Parece que lo estoy viendo. Muy bueno.

Luis Vea García -

Es todo un honor para mí.